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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Dar con amor para recibir


Amar es una exhortación que va en nuestro propio provecho, dentro de la sabiduría divina y conociendo Dios Padre nuestro corazón tan engañoso, Él tomó una maravillosa precaución contra nuestra debilidad humana y nuestra propia naturaleza.
Cuando actuamos con justicia, cuando respetamos los espacios, cuando nos preocupamos de nuestro entorno, realmente estamos cosechando en nuestro favor buenos frutos, por citar algún ejemplo concreto, como sabemos el deterioro de la capa de ozono es un panorama real y desalentador del acto irracional y egoísta de los recursos a los que el hombre tiene acceso, es una regla que no podemos eludir… acto y consecuencia.
Cuando damos un paso en favor de ayudar o socorrer a una persona, tenemos una actitud consecuente y reflexiva en la aplicación de este mandamiento, por lo tanto estamos atrayendo bendiciones a nuestra vida que vendrán por alguna ruta cuando menos lo pensemos.
He conocido gente que ha bendecido a otros sin poder ser recompensados por los que se beneficiaron y de manera increíble después de algún tiempo en un corto o mediano plazo se han presentado personas en su camino que le han traído beneficios incluso triplemente mejores que los beneficios que compartieron la primera vez. Esto es precisamente lo que Dios busca dentro de este mandamiento… Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El plan de Dios es perfecto, nosotros estamos frecuentemente rogando al Señor para ser bendecidos, y Él nos lo está facilitando a través de nuestros propios actos y un constante hábito de buscar siempre el tomar en cuenta su voz hablando a nuestro corazón.

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